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El poder de nombrar lo que sentimos: por qué el lenguaje emocional es clave en la salud individual y social

  • Jessica Calvillo
  • 25 jul
  • 2 Min. de lectura
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¿Por qué nos cuesta tanto hablar de lo que sentimos?

A lo largo de la vida, muchas personas aprenden a guardar sus emociones, reprimirlas o simplemente ignorarlas. No porque quieran, sino porque nunca se les enseñó a nombrarlas.


Cuando alguien crece en un entorno donde la tristeza es debilidad, la rabia se castiga o la vulnerabilidad se silencia, es normal que llegue a la adultez con un vocabulario emocional limitado.


Y lo que no se puede nombrar… no se puede entender, regular ni comunicar.


¿Qué es el lenguaje emocional?


El lenguaje emocional es la capacidad de identificar, nombrar y expresar lo que sentimos de forma consciente. No se trata de dramatizar, sino de darle sentido interno a lo que nos pasa por dentro:✔️ “Me siento frustrado”✔️ “Tengo miedo a fallar”✔️ “Siento tristeza, pero no sé por qué”


Este tipo de lenguaje ayuda a poner orden interno, y permite que los demás también comprendan lo que necesitamos.


¿Qué pasa cuando no tenemos ese lenguaje?


Cuando no sabemos identificar ni expresar nuestras emociones, estas pueden salir de forma distorsionada o dañina:

  • Gritamos cuando en realidad tenemos miedo.

  • Agredimos cuando nos sentimos inseguros.

  • Consumimos sustancias para evadir lo que no podemos nombrar.

  • Nos aislamos porque no sabemos cómo explicar lo que nos pasa.


Un lenguaje emocional limitado no solo afecta a la persona, también afecta sus relaciones y su entorno. Muchas veces, detrás de la violencia, la evasión, los conflictos familiares o incluso las adicciones, hay emociones no expresadas por falta de herramientas.


Las consecuencias sociales de no hablar de emociones


En una sociedad donde no se habla de lo que se siente:

  • Se normaliza la agresión como respuesta.

  • Se silencian los procesos de salud mental.

  • Se invalidan los duelos, los miedos y las inseguridades.

  • Se busca “anestesiar” el dolor con consumo, evasión o desconexión.


Por eso, educar emocionalmente no es un lujo: es una necesidad social. Aprender a nombrar lo que sentimos previene violencia, adicciones y deterioro familiar.


¿Qué se puede hacer?

✔️ Enseñar desde casa y en la escuela que todas las emociones son válidas, aunque no todas las reacciones lo sean.

✔️ Promover espacios seguros para hablar sin ser juzgados.

✔️ Acompañar a quien atraviesa una crisis con preguntas como:

  • ¿Qué estás sintiendo ahora mismo?

  • ¿Dónde lo sientes en tu cuerpo?

  • ¿Qué nombre le pondrías a eso que te pasa?


✔️ Y sobre todo: buscar ayuda profesional cuando sentimos que no podemos solos.


En NACER creemos que hablar de emociones también es sanar


En nuestros programas de recuperación y acompañamiento familiar, trabajamos no solo la abstinencia, sino la expresión emocional consciente. Porque sabemos que detrás del consumo, muchas veces, hay emociones que llevan años sin ser nombradas.


💬 Si tú o un ser querido necesita ayuda para comenzar a hablar, aquí estamos para escucharlos sin juicios.


📞 Contáctanos. Sanar también empieza con una palabra.

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